A tiro de piedra de Villa del Pardo, entre dehesas encineras, nos encontramos con El Alamín.
Antigua pedanía madrileña construída para dar alojamiento a los trabajadores del Marqués de Noséqué. Iglesia, escuela, filas de casas adosadas todas iguales y cientos de entradas en diferentes blogs donde comentan el "extraño ambiente que se respira" y las diferetes leyendas de sucesos que allí se acaecieron.
Si por "extraño ambiente que se respiera" se refieren al olor a meos y restos de antiguos botellones de los chavales del pueblo de al lado, están en lo cierto. Más que pueblo fantasma, nos encontramos ante una auténtica escombrera alquilada de vez en cuando por aficionados al jueguito este de tirarse bolitas de colores.
Nos recorrimos, osados aventureros, mis amigos y yo el pueblo en cuestión, haciendo alguna broma que otra y entrando en todas las estancias de cada casa en la que nos metíamos..... muebles tirados por el suelo, los baños completamente destrozados y mierda, mucha mierda. Alguna que otra casa estaba un poco menos sucia y se veían restos de habitabilidad, "quicir", plásticos donde dejar el colchón, restos de fogatas ¿¿¿ a quien narices se le ocurre hacer un fuego dentro de esas casas??? luego se quejan de que se queman.
En los susodichos blogs decían que la iglesía daba mucho miedo, los bancos apilados, los confesionarios rotos..... hombre, el vandalismo da miedo, si te pilla en medio, pero si los destrozos los ves después, lo único que piensas es "vaya panda de idiotas", los bancos estaban formando un cuadrado, tal y como los poníamos en mi época del instituto cuando colgábamos clases al parque.
Después de la frustración, cogimos el coche con la intención de llegar hasta un castillo que supuestamente estaba cerca..... la pista dividía un coto privado en dos, así que seguimos a pie, todo el rato conscientes de que nos seguía un coche desde el interior del coto, al cabo de unos metros, un guardia privado nos pregunta que si los coches son nuestros, que tengamos cuidado que hay niños que los pinchan..... al cabo de un rato, decidimos dar la vuelta, convencidos que era el propio guardia el que iba a pincharnos las ruedas, y a ver qué hacíamos luego entre Madrid y Toledo, rodeados de encinares y jabalíes y sin coches.....
Acampamos, de forma totalmente ilegal, por supuesto, y, por supuesto también, no pegamos ojo, no debido a los fantasmas, sino gracias a que la mitad de los maromos que me acompañaban decidieron que no había suficiente emoción y a cada ruidito salian escopetados de las tiendas para quedarse fuera a la interperie durante media hora, sin contar que toda la comida estuvimos atentos a los ruidos que producian un grupo de niños que hacían botellón en el pueblo fantasma..... total, que cuando yo ya estaba placidamente dormida, calentita dentro de los cientos de sacos y mantas que habia traído..... el toque de queda, las siete de la mañana y había que recoger!!!! no fuera que los del seprona nos vieran...... terrible intentar doblar la maldita tienda con los dedos totalmente congelados.....
desayuno en Villa del Prado, en un bar bajo la sede del PP, un poco de Turismo por el Tiemblo, en Ávila y vuelta para la civilización, que andaba yo un poco necesitada de contaminación, ruido y, claro está, una cama donde dormir lejos del bullicio de mis compañeros de viaje.